Título: Horizonte Silencioso

En Horizonte Silencioso, ORENDAIN reduce su lenguaje visual a su forma más esencial: una dualidad compositiva donde lo matérico y lo simbólico se enfrentan sin estridencias. El lienzo está dividido entre un plano superior recubierto por hoja de oro, amplio y radiante, y una superficie inferior de verdes diluidos, brumosos, casi líquidos, que evocan un paisaje terrestre visto desde la distancia de la contemplación.

Este encuentro entre oro y verde, entre cielo y tierra, genera una tensión poética: el oro se extiende como un sol absoluto o un campo espiritual, mientras que los verdes sugieren vida, crecimiento y humedad ancestral. El pequeño cuadrado negro, suspendido en el extremo superior derecho, funciona como un enigma visual —¿es un eclipse?, ¿una señal?, ¿una herida?— que irrumpe la armonía con un gesto de ruptura y misterio.

La pincelada en la parte inferior revela capas, transparencias y texturas que invitan a la observación lenta; es una superficie que respira, donde lo abstracto se convierte en atmósfera y lo matérico se transforma en meditación. La obra recuerda a los paisajes orientales minimalistas, pero con un giro contemporáneo que mezcla lo trascendente con lo corpóreo.

Horizonte Silencioso es un testimonio de la capacidad de ORENDAIN para crear obras de gran intensidad conceptual con los elementos más sutiles. En esta pieza, menos no solo es más: es más profundo, más denso, más silencioso.