Interiorismo sensorial: ¿experiencia multisensorial o estética anestesiada?

En los últimos años, el interiorismo sensorial ha ganado protagonismo como una corriente que busca diseñar espacios que estimulen los sentidos: vista, tacto, olfato, oído e incluso gusto. Su promesa es clara: transformar la experiencia del habitar en una vivencia emocional, envolvente y significativa. Pero ¿hasta qué punto esta tendencia logra trascender la superficie estética para convertirse en una herramienta crítica y transformadora?

¿Qué propone el estilo sensorial?

El interiorismo sensorial parte de una premisa potente: los espacios no solo se ven, se sienten. Cada textura, aroma, sonido y temperatura puede modular nuestro estado de ánimo y nuestra relación con el entorno. Inspirado por el neurodiseño y la arquitectura emocional, este enfoque busca:

  • Diseñar atmósferas que actúen sobre los sentidos para mejorar el bienestar.
  • Usar materiales táctiles, iluminación cálida, aromas envolventes y sonidos ambientales.
  • Crear experiencias memorables que conecten emocionalmente con el usuario.
  • Adjetivar los espacios: un baño “refugio”, una sala “viva”, un recibidor “sensorial”.

¿sensorialidad o simulacro?

Aunque el enfoque sensorial tiene fundamentos valiosos, también enfrenta riesgos que merecen ser cuestionados:

  • Estetización del confort: muchos proyectos sensoriales se limitan a una paleta neutra, texturas suaves y aromas genéricos, sin profundidad narrativa.
  • Homogeneización emocional: se privilegia la calma y el bienestar, invisibilizando emociones complejas como el duelo, la euforia o la nostalgia.
  • Diseño como espectáculo sensorial: se corre el riesgo de convertir el espacio en una experiencia de consumo, más que en un lugar de introspección.
  • Falta de crítica cultural: ¿qué sentidos se privilegian y cuáles se excluyen? ¿Qué cuerpos y memorias se representan en estos espacios?

Desde una mirada editorial, el interiorismo sensorial debe ser más que una experiencia agradable: debe ser una práctica situada, crítica y emocionalmente honesta.

Aplicación decorativa con intención

Para incorporar el estilo sensorial en decoración sin caer en lo superficial:

1. Texturas con historia

Más allá del terciopelo o el lino, busca materiales que cuenten algo: textiles artesanales, cerámicas con huella, superficies que inviten al tacto y a la memoria.

2. Aromas con narrativa

No uses fragancias genéricas. Elige aromas que evoquen momentos, lugares o emociones específicas: tierra mojada, madera quemada, flor de naranjo.

3. Sonido como atmósfera

Integra el sonido como parte del diseño: el crujido de la madera, el eco de una fuente, el silencio como textura. No todo debe ser música ambiental.

4. Color como emoción

Adjetiva cada espacio y tradúcelo en color: un rincón “melancólico” puede usar verdes oscuros y grises azulados; una zona “viva” puede incorporar rojos terrosos o amarillos vibrantes.

5. Sensorialidad situada

Diseña para cuerpos diversos. ¿Cómo se siente el espacio para alguien con hipersensibilidad? ¿Qué olores son invasivos? ¿Qué texturas excluyen?

Reflexión: diseñar para sentir, no solo para gustar

El interiorismo sensorial puede ser una herramienta poderosa si se usa con intención, crítica y sensibilidad. En decoración, no basta con crear atmósferas agradables: hay que diseñar experiencias que conecten con la historia, el cuerpo y la emoción del habitante.

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